Con el tiempo, y especialmente después del 15M, me he ido decantando claramente por la rotación como mecanismo de control superior a la revocación. Con esto no estoy diciendo que la revocación sea un mal mecanismo, en absoluto, solo digo que es insuficiente y que, bajo mi punto de vista debe ser complementario a la rotación. Lo voy a explicar.
Los que propugnan solo la revocación dicen que si una persona «lo hace bien» no tenemos porque sacarla de su cargo. Y que con la revocación es suficiente por si alguna vez se le va la pinza o la gente se cansa. A priori, parece una medida suficiente que de hecho actuaría de forma disuasoria sobretodo. Sin embargo, la experiencia nos dice que las revocaciones son infrecuentes y que se suelen producir muy tarde, cuando todo el mal ya está hecho y el estropicio resulta más que evidente. Más bien, la revocación, es una medida de castigo severa para paliar un problema grave, por el contrario la rotación es una medida de prevención. Y de siempre es sabido que más vale prevenir que curar.
Volvamos al problema y reflexionemos. La revocación es siempre un malrollo terrible, especialmente en organizaciones pequeñas donde casi todos se conocen, tener que echar a alguien a la fuerza de su cargo no cosa del agrado de nadie y genera unos daños internos, en forma de hostilidades y rencillas, muy difíciles de cuantificar y que frecuentemente desembocan en divisiones internas y ulteriores escisiones. Un mal endémico de la izquierda por cierto. Y eso muchas veces pasa por confiarlo todo a la revocación y no usar, ante todo, la rotación frecuente. Algo que los griegos sí usaban por cierto. Tenemos pues una ventaja, evita fricciones innecesarias, hace innecesaria la competencia entre líderes y si se usa el sorteo ni siquiera hacen falta costosos procesos de primarias que provocan más desgaste que beneficios a una formación (sobretodo si pretende ser ciudadana). Si alguien tiene el mandato limitado de antemano y este es breve, aunque se vea que no lo hace del todo bien o que se ha creído demasiado el cargo tampoco pasa nada porque no tendrá tiempo para que ese puesto le cambie y le haga un déspota, antes de que quiera darse cuenta lo tendrá que dejar. Entonces la revocación no se aplicaría casi nunca.
Esa ventaja citada solo tiene en cuenta los daños que evita pero hay otra ventaja si pensamos en los beneficios que la rotación frecuente aporta. Y es que con la rotación mucha más gente asume un cargo lo que conlleva a que mucha más gente se forme en las aptitudes necesarias para ejercerlo. En el mismo tiempo en que un partido de revocación foguea a una persona uno de rotación foguea a 10.
Por último, si pensamos en que la democracia es ante todo igualdad política, igualdad de oportunidades de ejercer un cargo, es evidente que la rotación ofrece mejores garantías que la revocación por sí sola. El motivo es que desde una posición de poder es siempre más fácil condicionar al grupo y evitar que puedan triunfar procesos revocatorios taponando además el acceso a gente igualmente válida. Evita los personalismos. Por poner un ejemplo, muy mal lo tendría que hacer Pablo Iglesias para que fuese revocado de Podemos. Tan mal que si algún día se produjese algo así (esperemos que no haya razones nunca para ello), los daños al grupo ya serían irreparables. Volvemos a lo mismo, ¿prevenir o curar? Mejor prevenir sin duda. Ergo pensemos en cómo aplicar la rotación frecuente allí donde pueda aplicarse. Empezando por cosas más triviales como los miembros de las mesas en las asambleas y llegando a cosas más importantes como cargos de portavoces etc.
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Primero el tema representatividad es lo menos importante en una democracia, es más importante la separación de poderes y tener herramientas de democracia directa efectivas y fuertes.
Segundo, pienso que un mix de todo es lo más adecuado:
Limitar a periodos aunque no cortos o muy cortos, dos legislaturas es bastante. Pero despues tener dos herramientas, una la revocación y otra la ampliación de legislatura para que si tienes el apoyo claro del pueblo puedas ampliar a una legislatura más para que los más aptos en la gestión pública puedan ampliar sus mejoras.
Y para el sistema electoral, los españoles no tienen aún cultura democrática para sistemas mixtos y temas mil. La cosa es fácil, circunscripción única, bajar el número de diputados, poner el mínimo de votos al % que toque para un diputados (si fueran 200 por ejemplo pues 0.5%), campaña electoral pagada por los militantes (con una tasa única) y por el Estado (nada de deudas con bancos ni nada y todo bien transparente y clarito a toda la ciudadanía. Que para llegar a la difusión de su partido necesiten de la red de militantes para difundir el programa que también será lo más importante no empapelar españa con caritas y frases )…