O libre determinación o colonización

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Es recurrente el debate sobre si Catalunya tiene o no derecho de autodeterminación y creo que se hace en unos términos poco razonables y más fruto del nacionalismo español de pelo en pecho que del raciocinio sosegado y sesudo. Voy a ofrecer varios argumentos lógicos según los cuales Catalunya sí tiene derecho a ejercer ese derecho.

Una afirmación común es decir que el derecho a decidir no se recoge en las Naciones Unidas. Poner semejante excusa es claramente escurrir el bulto ya que la expresión “derecho a decidir” aplicada al debate sobre la cuestión catalana no es más que una forma más elegante y moderna de decir «derecho de autodeterminación» solo que con mejor estilo. Así que, por supuesto que está recogido.

Frente al derecho de autodeterminación nos encontramos con el conocido argumento de que este solo es aplicable a las colonias. Es un argumento que tiene poco sentido y resulta muy cuestionable y contradictorio, como veremos. Pero es que, además, partir de dicha negación es estéril e improductivo para resolver una cuestión que necesita ya la aceptación mayoritaria del cuerpo electoral catalán. Y dado que cualquier consulta que se haga en un contexto de choque de soberanías puede ser convertido de facto en un referéndum de autodeterminación por quienes deseen la secesión negar dicho derecho sólo contribuye a bloquear un problema que en esencia es democrático y político. Reflexión ésta que también debieron hacerse británicos y canadienses antes de decidir aceptar consultar a Escocia y Quebec respectivamente.

 

De la supuesta necesaria condición de colonia. El derecho de libre determinación o de autodeterminación al que España se adhirió firmando en 1977 los principios de la Carta de las Naciones Unidas (https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1977-10733) no especifica que solo las colonias puedan acogerse a él, habla de “pueblos”. Lo que ocurre es que solo se ha desplegado ampliamente para los casos prototípicos que se dieron en abundancia durante los años de la posguerra. Principalmente debido a la descomposición de los antiguos imperios británico y francés. Así, el principio de libre determinación se desarrolló exprofeso para esas realidades concretas y muy comunes en esa época lo que no significa que no pueda posteriormente desarrollarse también para otras realidades, tal y como se ha demostrado recientemente con el caso de Kosovo. Más recientemente, Montenegro mismo ha nacido del acuerdo de un referéndum de autodeterminación. O a los pueblos de Escocia y Quebec que han podido pronunciarse libremente sobre dicha cuestión, sin amenazas ni desprecio, desde el respeto del estado matriz a su soberanía como pueblos y en absoluta concordancia con el citado principio. Que no esté expresamente recogido en sus constituciones no es óbice para que si se dan las circunstancias deba contemplarse su ejercicio ya que todos ellos son firmantes de la carta de las Naciones Unidas.

Pues bien, a mi parecer la cuestión catalana se ha enconado ya tanto que sólo puede resolverse aceptando que ese referéndum debe suceder. Quizá hubo un tiempo en que no fue así pero ciertamente ese momento hace mucho que ya pasó. Y es que precisamente la condición de colonia no es algo que venga dado de jure sino que es valorativo. Me explico con un ejemplo clásico, Cuba no era formalmente una colonia sino una provincia de España, como lo pudiera ser Galícia. Sin embargo, fue el comportamiento de España con Cuba lo que determinó la naturaleza colonial de su relación. O podemos fijarnos en Argelia colonia que acabó formando varios departamentos en igual condición a los situados en territorio francés porque Argelia era también Francia, se daba ya por asimilada. Vemos que es pues el modo y la forma lo que en última instancia define la condición colonial de una relación de poder entre un territorio y el estado matriz. Si es de sumisión obligada a una metrópolis que la exprime entonces la relación será colonial y si no lo és no lo será. Sin entrar a valorar la condición actual de la relación Catalunya – España es evidente que esta es disfuncional y en cierto modo ya obligada. Una relación por tanto que no puede ser calificada de normal y que puede caer en la peligrosa pendiente del trato colonial habida cuenta de que hace tiempo que ha dejado de ser tratada con respeto ni justicia; fundamentalmente a partir del proceso de reforma estatutaria que sabemos todos cómo acabó y culminando en los barcos enviados a sus costas y cargados con miles de antidisturbios. Y no hay mayor expresión colonial que tener que traer elementos externos y armados para controlar a la fuerza a un territorio.

El estado español tiene pues dos opciones ahora mismo. O permite que los catalanes puedan pronunciarse libremente sobre cómo quieren encajar o siquiera si quieren encajar en España o se emperran en negar ese derecho lo que conllevaría profundizar en ese trato colonial que los porrazos del 1 de octubre comenzaron a rebelar ante el mundo. Y este es el problema. Que de la represión de un deseo mayoritario de la sociedad catalana (alrededor del 75% de los cuales manifiestan la voluntad de votar sobre la cuestión) se termina derivando la relación de dominación que permite esgrimir ese derecho ante las Naciones Unidas. Por tanto, lo que los estados inteligentes y modernos hacen es anticiparse, no dejar que las aguas se desborden y encauzar cuanto antes esas demandas de forma sensata y pacífica. También porque es lo que más conviene a sus intereses ya que la negación de ese derecho es precisamente lo que alimentará aún más el deseo de independizarse.

España llega tarde a todo eso y lo cierto es que, tal y como lo veo, no se reformará a menos que justamente acepte la necesidad de dicha consulta. Porque, no nos engañemos, España ahora mismo no tiene incentivos para reformarse y ofrecer un acuerdo federal o confederal que agrade a Catalunya más que si existe un referéndum de autodeterminación de por medio. Por eso el referéndum es necesario no solo para los independentistas sino también y sobretodo para los catalanes que queriendo mantener la unión con España esperan y desean una propuesta que venga del Estado y que sea lo suficientemente atractiva como para que pueda derrotar al proyecto republicano catalán. Porque la batalla democrática es lo único que permite cerrar del todo las heridas, sea en el sentido que sea. Porque supone ganar o perder mediante el juego meramente democrático con la fuerza de los argumentos y no con el único argumento de la fuerza. Se evita así todo riesgo de caer en una situación de dominación a la fuerza de un territorio que, se quiera o no, ha demostrado con su querer ser, que no es soluble y que merece ser tratado como una entidad nacional propia de pleno derecho.

Acerca de Víctor García

Licenciado en física, máster en física computacional y posgraduado en técnicas cuantitativas para los mercados financieros. Ha trabajado como personal docente investigador en la UPC y como técnico de banca en una gestora de fondos de inversión. Actualmente interesado en la transición energética y en encontrar nuevas formas de gobernanza colectiva que permitan el ejercicio de una soberanía popular real así como por la modelización basada en agentes, la vida artificial y el aprendizaje automático.
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4 respuestas a O libre determinación o colonización

  1. «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera»(León Tolstoy. Ana Karenina). Argelia no es Córcega, no es Irlanda, no es Escocia, ni los Estados Confederados, ni el Sáhara Occidental, ni por supuesto Cataluña o Euskadi. Cada caso tiene sus particularidades. Bien está explicarlas. Si bien Escocia tiene derecho a segregarse de la Gran Bretaña y si los cerdos tuvieran alas volarían (el tema es complejo y asumo que hay factores que trascienden a mi comprensión).

    El artículo me parece una reflexión serena y constructiva, aunque personalmente sea más de la opinión de que al intervenir, se debería haber intervenido de verdad.

    En ese sentido haber aplicado el 155 a medias (no haber intervenido los medios de intoxicación, no haber dado un castigo ejemplar a los agitadores) solo ha servido para que los bravucones se sientan invulnerables y le falten más el respeto a las fuerzas del orden. O quizás en el fondo esperaban una reacción más enérgica para explotar aún más el victimismo que caracteriza a los nacionalismos («Extraño juego, la única manera de ganar es no jugar» — WarGames, 1983).

    Un referendum sobre la secesión es ilegal aquí y en muchos sitios. Bien puede ser abrir una Caja de Pandora con innumerables riesgos y damnificados. Y en la que todas las partes incurrimos en paradojas y aparentes contradicciones. Así por ejemplo algunos catalanes por su identitarismo rechazan todo lo español, pero luego buscan el amparo y la pertenencia a entes supranacionales (como la U.E.). Y los que nos oponemos, por el propio beneficio de los catalanes les negamos el derecho a decidir como un pueblo soberano.

    Y a los nacionalistas catalanes, como aragonés con mala uva les diría: «seguiu fotent a la vostra gent. Ho esteu fent molt bé»(Seguid jodiendo a vuestra gente. Lo estáis haciendo muy bien). Ser anti-españoles no os hace más catalanes (acaso menos). Y ser anti-catalán no le hace a nadie más español.

  2. Nadie dijo:

    No entiendo porqué escribe usted Catalunya y no Scotland. O Catalunya y Scotland, o Cataluña y Escocia.

    Por lo demás, y en general, de acuerdo con que un referendum es la única salida. Pero yo propondría un referendum en el para que haya una independencia al menos la mitad más uno del CENSO ELECTORAL vote «sí» y no simplemente la mitad de los votantes como en Escocia (que me parece un grave error).

    En el hipotético caso de que estuviera en cuestión, ninguna nación del mundo actual tendría problema alguno en conseguir que la mitad de su censo electoral votara afirmativamente en referéndum que desea ser un país independiente. No hay duda sobre ello: piénsese lo que ocurriría si se convocara en Francia, Holanda, Alemania, Suecia… y cien más.

    Por lo tanto, no sería exigir demasiado a un pueblo que se considera nación que, para que pueda independizarse de otra nación y crear un estado nuevo, por los menos la mitad más uno del CENSO ELECTORAL del territorio (no de los VOTOS EMITIDOS, quede claro, sino de su CENSO ELECTORAL COMPLETO) votara afirmativamente en una consulta sobre su independencia.

    ¿Es excesivo pedir al menos la mitad del CENSO ELECTORAL? Definitivamente no. Esta exigencia es absolutamente justa y democrática. La ruptura de una nación y el nacimiento de un nuevo estado independiente es un asunto muy serio, de enormes consecuencias económicas y sociales. Sería descabellado ventilarlo con un “vota el 73%… sale SI el 37%… pues ya está: independientes”. En el ejemplo anterior, el territorio se convertiría en país independiente ¡con el apoyo de solo una cuarta parte de la población! No es razonable en un asunto de tan gran trascendencia y calado (y sin «marcha atrás»). Así es absurdo que nazca un nuevo país en el mundo. Y repito: si cualquier nación existente no tendría ningún problema en cumplir esta exigencia del 50% del ELECTORADO votando activamente por el SI ¿cómo no iba a poder hacerlo una nación nueva si realmente lo es?

  3. Parece que el colapso de los estados es algo que acompañará a la crisis de recursos. En ese sentido, que los pueblos tiendan a autogobiernos cada vez mas locales y autosuficientes sea algo inevitable puede también resultar conveniente. Dicho esto, también conviene decir que las señas de identidad del nacionalismo español van mucho mas allá del vínculo territorial y están profundamente enfangadas de fascismo, totalitarismo y genocidio.

  4. Menos Cuentos dijo:

    La gran mayoría de españoles estarán de acuerdo en permitir dicho referéndum si se acepta que los territorios donde el secesionismo pierda, se queden en España.

    O sea, que Barcelona no se independiza, y Cataluña quedará dividida en el estado independiente Tractoria y el resto de Cataluña, que seguirá siendo española.

    Ah, no. Que el «derecho a decidir» es para decidir lo que quieran los nacionalistas supremacistas, los demás no tienen ningún derecho.

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