(. .. En construción… )
A nadie se le escapa que si la digitalización de la información está afectando áreas tan diversas como las telecomunicaciones, las finanzas, la música o la ciencia debería, tarde o temprano, afectar también a la política. Las consecuencias son difíciles de calibrar pero sí podemos avanzar que antes de llegar a ese punto será necesario recorrer algunos pasos previos.
El primero y más obvio es ejercitarnos en la democracia con herramientas híbridas, que sirvan tanto en el mundo analógico como en el mundo digital. Hoy por hoy, la brecha digital sigue siendo una realidad muy palpable y tardará aún unas dos décadas en erradicarse casi al completo. Está claro que sería inconcebible pensar en una democracia en la que solo pueda participar una parte de la sociedad; aquella con acceso y conocimientos de las redes de información. Eso no sería muy democrático. Se pueden hacer esfuerzos por extender el uso de la red y de la informática pero tampoco se pueden esperar milagros. Y sin embargo, necesitamos la democracia ya y no dentro de 20 años. Las buenas noticias es que más allá de las dificultades técnicas que se presentan en los sistemas 100% digitales, existen multitud de innovaciones híbridas que pueden permitir una participación en cierta igualdad en ambos terrenos. Y es ahí por donde a priori hay que ir, sin por ello apartar la vista de las ideas más ambiciosas.
Hay otro aspecto que nos invita a construir la democracia analógica primero. Es el aspecto de la verificabilidad. En un sistema de elecciones analógicas, basado en papeletas introducidas en urnas (sean para votar representantes o referéndums), existen los encargados de las mesas electorales que son seleccionados por sorteo y son la garantía democrática de que todas las mesas son correctamente auditadas por ciudadanos corrientes, en principio sin claros intereses de partido. En una democracia digital, el voto sería permanente y, por tanto, la auditoría de los sistemas de voto también debería serlo. Esto nos lleva a la necesaria creación de instituciones tales como un Foro Ciudadano Permanente que entre otras funciones fomentaría la creación y mejora de todo tipo de canales de participación, tanto analógicos como digitales. Y en el medio plazo, cuando la democracia se digitalizase al completo seguiría sirviendo como órgano de auditoría independiente y permanente del sistema de decisión colectiva.
Pero, hagamos un salto mental e imaginemos que la política digital ya está aquí. ¿Cuales serían las innovaciones democráticas claramente dependientes de la democracia digital?
- Democracia líquida
- Red Social Democrática
- Parlamentarismo virtual
- Consultas de grandes muestras (>100.000)
En cuanto a este tema, recomiendo este curso online gratuito sobre los riesgos y el potencial del voto electrónico y el voto por Internet.
Securing Digital Democracy
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