El sorteo implica un cambio de paradigma en la forma de hacer política y supone un shock a todo el sistema de creencias y aleccionamiento sufragista adquirido durante siglos. Por ello en esta sección desarrollamos una refutación a cada una de las principales objeciones que nos encontramos cuando explicamos la idea.
[1] CRÍTICA ELITISTA
El ejercicio de la política requiere conocimientos y aptitudes que no todos poseen.
No funcionaría porque es necesario que el político sea “experto” y que gobiernen “los mejores” pues para el ejercicio de la política hacen falta conocimientos que no todo el mundo tiene.
Este es un viejo argumento ya esgrimido por Platón y Aristóteles en contra de la democracia tal y como ellos la entendían, que era en su significado más puro, el de un sistema en el que el poder está auténticamente en manos del pueblo. De hecho, los actuales sistemas representativos son herederos del concepto de gobierno republicano inspirado en el sistema espartano y concebido por el mismo Platón para contraponerlo al modelo de democracia ateniense. El sistema republicano fue desarrollado ampliamente y en diversas formas por la Antigua Roma y más recientemente en las revoluciones americana y francesa. Se configuró en oposición a la democracia tratando siempre de apartar al pueblo de la toma de decisiones pero buscando evitar también la tiranía. En esencia, el gobierno representativo sustrae el poder de manos del pueblo, al que dice representar, y lo concentra en manos de unas élites supuestamente más capaces. Así, aunque se diga lo contrario, estos sistemas no son democracias sino que, en el mejor de los casos, son sistemas puramente aristocráticos y en el peor, que suele ser el caso más común, meras oligarquías plutocráticas y cleptócratas.
Como vemos, todo el sistema representativo se ha construido sobre la premisa de que el pueblo no sería capaz de gobernarse a sí mismo. Sin embargo, si consideramos al pueblo incapacitado para tomar decisiones por sí mismo entonces tampoco debería estarlo para escoger a sus representantes.
Además, la experiencia empírica ha refutado la mayoría de esos temores. Experimentos tales como los sondeos deliberativos revelan que las decisiones tomadas por grupos de ciudadanos independientes entre sí suelen ser más sensatas que las decisiones tomadas por supuestos “expertos”. De hecho, muchas de las peores decisiones políticas se han tomado por consejos de asesores expertos, pues estos tienden a tener intereses corporativistas y a confiar demasiado en sus capacidades. Ese exceso de confianza les induce a cometer errores que una persona a priori ignorante no cometería. Por si esto fuera poco, tampoco está claro cuáles son las buenas aptitudes para la política, todos los ciudadanos tenemos virtudes y defectos y la decisión será tanto más representativa cuanto más heterogénea, variada y diversa sea la muestra de ciudadanos. Por supuesto, una decisión colectiva no está exenta de la posibilidad de error, pero cuando este ocurra, serà asumido por el grupo i corregido de inmediato si hiciese falta. Esto es algo que no se puede decir de los errores cometidos por los “expertos” demasiado orgullosos como para reconocer que se han equivocado.
Aun en el supuesto de que algunas aptitudes sean mejores que otras, la selección por sufragio tampoco garantiza que aquellos que las poseen lleguen al poder. Sin embargo, sí que garantiza que virtudes tales como el desinterés, la humildad, la sencillez y la honestidad así como la sabiduría y el buen juicio brillen por su ausencia. En contraposición, la elección por sufragio suele favorecer a los viles y deshonestos, a los famosos y conocidos, a los adinerados, a los que tienen labia y saben hablar o a los que simplemente tienen buena imagen, incluso a los psicópatas.
Para resolver ese problema, los atenienses encontraron en la selección por sorteo el mal menor a todos estos defectos inherentes a la selección por sufragio. Con el sorteo, puede que no tengamos el gobierno de los mejores pero, desde luego, tampoco tendremos el de los peores, y lo que es más importante, tampoco el de los malvados que es en lo que degeneran las oligarquías.
Desde antiguo, se sabe que la política profesional es enemiga de la democracia pues en ella subyace el germen de la corrupción.
Puede que el pueblo no pueda ser capaz de todo pero tampoco nada indica que los supuestos “expertos” lo vayan a a ser más que el resto tal y como la evidencia empírica indica. No olvidemos que todas las nefastas políticas (FMI) que se están siguiendo han sido diseñadas por “expertos”.
En el sorteo puede salir un poco de todo, es cierto, pero con el sufragio tened por seguro que quienes solo quieren poder e influencias, quienes tienen todo el apoyo de los poderes fácticos, quienes solo tienen fachada y nada más, quienes se valen del engaño o cuyo único mérito es haber pisado más y mejor a los demás estarán muy sobrerepresentados y se las arreglarán para copar todos los puestos. Y mientras nos limitemos al sufragio, no habrá manera de evitarlo.
Entonces deberíamos elegir cirujanos o bomberos aleatoriamente.
… el sorteo no se diseñó para seleccionar cargos con requisitos técnicos determinados sino justamente para aquellos en los que los requisitos no están claros y en los que más bien deben ser variados y cuanto más diversos mejor a la vez que suficientemente representativos de la sociedad. Jurados para sentenciar juicios o cámaras para legislar y gobernar.
Hacer una operación de cirugía o llevar una central nuclear si requiere cualificación, por el contrario, para formar parte de un jurado no es necesario saber de leyes. Las decisiones que se toman en el parlamento no exigen cualificación sino dedicación, sentido común y, lo más importante, ser un ciudadano honesto y justo para con los demás.
Los expertos en tomar decisiones no lo son por formación sino, sobre todo, por experiencia. Además, es conocido que las decisiones colectivas suelen ser mucho más sensatas que las decisiones individuales. Así, ejercitarnos en la toma de decisiones nos hará mejores políticos y decidir colectivamente nos hará decidir mejor.
Desde luego, no se trata de decidir desde la ignorancia, cualquier cámara de representantes, sean sorteados o electos debe y puede solicitar la información que estime oportuna para deliberar y tomar una decisión. Si los diputados son sorteados, además, tendrán una ventaja a la hora de tomar decisiones respecto a los electos. Al ser todos ellos independientes entre sí, sin disciplinas de partido, y rotar con frecuencia, su único interés en común sería el interés general.
El ciudadano normal “no sabe hacer la O con un canuto”.
No hace falta saber hacer la O con un canuto para discernir si el aborto a las 4 semanas debe permitirse o no, o si se deben rescatar a los bancos con el erario público. Tengamos en cuenta que nuestro nivel cultural promedio, con la escolarización obligatoria es el más elevado de la historia de la humanidad, si lo comparamos con los niveles alcanzados en la época de la ilustración o en el mundo griego clásico. El nivel cultural no es motivo por el que no se pueda implantar un sistema de democracia directa en pleno siglo XXI.
Hay además una percepción errónea debido a un sesgo cognitivo que nos hace pensar siempre que uno mismo está por encima de la media. Naturalmente eso es imposible. La pruebas científicas no han hecho sino demostrar el poder de la inteligencia colectiva la cual está más relacionada con el nivel y la calidad de las interacciones entre los individuos que en la inteligencia individual promedio, la cual es mucho más similar de lo que solemos pensar. Lo que se revela es que un grupo heterogéneo de individuos independientes entre sí encuentra más y mejores soluciones que un grupo más homogéneo y cerrado aunque esté conformado por mentes en principio más preparadas.
Es más, incluso hay pruebas científicas de que la presencia de ignorantes dentro de un grupo refuerza las decisiones moderadas mayoritarias en contra de la posible manipulación de minorías decididas sobre mayorías dubitativas.
En definitiva, la ciencia no hace sino corroborar la mayor eficiencia y bondad de las decisiones procedentes de una hipotética cámara ciudadana en contraste con las que tomaría la cámara de parlamentarios electos.
Podrían gobernarnos ciudadanos nefastos, indeseables o incluso peligrosos
(Belén Esteban, un nini/cani, un neonazi…)
En primer lugar, el sorteo no se usaría para poner a nadie “al mando” ya que todo mandato sería imperativo, es decir, que en última instancia rendirían cuentas ante el pueblo que sería quien decidiese en asamblea. Así que su poder no sería ilimitado además de que serían revocables.
En segundo lugar, el sorteo tampoco se usaría para elegir presidentes o cargos singulares sino, principalmente, cámaras ciudadanas de decenas o centenares de personas por lo que la selección de algún indeseable, en el improbable caso de que así fuere, no tendría efectos relevantes.
Los griegos experimentaron los mismos temores que nosotros ante la idea del sorteo y sin embargo resolvieron los riesgos gracias a toda una serie de eficaces medidas de control. Todo candidato designado pasaba ya por varios filtros que minimizaban esos riesgos.
– Voluntariedad: En Grecia se sorteaban cargos de entre quienes se presentaban ese día a la Asamblea (Ekklesia) por lo que, en cierta forma, había lo que llamaríamos voluntariedad activa o, dicho de otra forma, exclusión pasiva. Quien no iba, no podía salir seleccionado. Ese filtro excluye a quienes no tienen ningún interés o no se consideran aptos en absoluto. En la actualidad, la voluntariedad debería ser considerada por defecto y sólo se excluiría a aquellos que lo comunicasen explícitamente o a quienes renunciasen al cargo esgrimiendo alguna de las exenciones aceptadas. Así, se evitaría introducir sesgos innecesarios. Sobretodo porque muchas veces la personas más justas no se preocupan de gobernar, de otra forma tendríamos siempre el mismo perfil de gente participativa y activa, la queremos, pero queremos también a quienes tienen una voz sensata pero frecuentemente no escuchada al rehuir el protagonismo.
– Exámenes (Docimasia): También habría una prueba de aptitud. No se trataría de un examen de conocimientos, ya que ello actuaría en contra de la igualdad política, tan solo sería una prueba de capacitación mental y de actitudes éticas, como la tolerancia y el respeto, adecuadas para el buen desarrollo de la deliberación y el trabajo en grupo.
– Inhabilitación (Ostracismo):
– Revocabilidad IRP
– Rendición de cuentas (al entrar, análisis de posibles incompatibilidades y al salir, valoración de la gestión)
– Acusación pública (Graphe Paranomon): ISP
Desde luego, toda estas instituciones basadas en la desconfianza son infinitamente más protectoras que las instituciones electas que se basan en la confianza de los electores sobre los elegidos. El virtuosismo en la labor pública no solo no se tiene per se, mas al contrario, la posición de poder corrompe las personas y sus buenas intenciones iniciales. Se hace necesario, pues, un cuerpo de instituciones, filtros y controles lo suficientemente eficaz como para que el comportamiento virtuoso sea la única salida airosa posible.
[2] CRÍTICA HISTÓRICA
La experiencia histórica demuestra que el sorteo y la democracia radical no han funcionado.
Si la democracia radical desapareció y no ha vuelto a reaparecer es buena prueba de que no debía ser muy buen sistema.
La democracia ateniense, probablemente único referente significativo y duradero de democracia radical, no desapareció por sus propios vicios sino por causas sobrevenidas y accidentales. En concreto fue el expansionismo macedonio lo que puso fin a sus instituciones tras derrotar definitivamente a los griegos en el campo de batalla el año 322 a.C.
A la democracia le sucedió de nuevo una oligarquía impuesta por sus conquistadores. Tras ese dramático suceso, el experimento democrático de Atenas y el revolucionario uso que se dio a la designación por sorteo fue durante siglos denostado y descalificado por todos los nobles y privilegiados precisamente con el objetivo de evitar que pudiese renacer semejante idea en la mente de los pueblos, por siempre jamás.
Aun así, algunas ciudades estado de la Edad Media y del Renacimiento como Florencia llegaron a usar mecanismos de sorteo (insaculación) para la selección de determinados cargos públicos de poder que querían rotativos, aunque siempre sobre un universo limitado de notables.
Pasaría como en Atenas que había esclavitud, xenofobia y machismo y no se respetaban los derechos humanos.
La Grecia Clásica de hace 2.500 años era una sociedad con algunos valores muy distintos a los actuales, al igual que todas las civilizaciones de su época. Atenas era solo parte de ese contexto cultural. Ocurría lo mismo en cualquier otra polis griega en la que no hubiese democracia. En Esparta, por ejemplo, las principales magistraturas, diarcas y éforos, eran electivas, como ahora. Atenas, en comparación con el resto de polis griegas vivió un florecimiento mucho más amplio de la libertad de pensamiento, la cultura y las ciencias que en ningún otro lugar.
Por otra parte, han sido gobiernos representativos los que han permitido el esclavismo en épocas más recientes o quienes, no hace ni un siglo, no permitían el sufragio femenino. Algunos siguen permitiendo la pena de muerte. Y todos imponemos fuertes barreras a los extranjeros para obtener la nacionalidad.
Lo cierto es que los valores cambian con el tiempo y lo que hoy nos parece normal mañana no lo será. Por ejemplo, hoy asumimos que trabajar 12 horas o más al día, o el empleo infantil son explotación pero eso era habitual y aceptado durante los inicios de la era industrial al igual que la esclavitud era algo aceptado en la época clásica o durante la creación de los imperios de ultramar. Quizá, en el futuro, trabajar 40 horas semanales acabe siendo considerado también explotación o matar animales para comérnoslos un acto salvaje y primitivo si descubriéramos la forma de producir carne sintética de calidad.
El hecho fundamental es que, es injusto juzgar a una sociedad de hace más de dos mil años con los valores actuales, valores que entonces no existían. Además, nada nos impide corregir esos defectos sin que, por ello, el proyecto democrático entero tenga que ser desechado.
Los jurados populares (elegidos por sorteo) muchas veces han tomado decisiones muy cuestionables o erróneas
Los jurados actuales, último vestigio de las instituciones democráticas atenienses son de 7? personas los jurados clásicos eran de cientos de personas. Se pierden todas las buenas propiedades del mecanismo.
Además, la democracia no excluye la posibilidad de error. Solo te garantiza de que en caso de producirse va a ser fácil de enmendar y desde luego de expulsar a quienes lo cometieran. Le elección no garantiza ninguna de las dos cosas. Por otra parte son muchas más las decisiones cuestionable y erróneas tomadas por jueces que por jurados, si un jurado no es infalible un juez tampoco lo es.
El sorteo se ha aplicado en los órganos de gobierno de muchas cajas de ahorro y han funcionado mal.
Suponían menos del 50% de los consejos. Al igual que los jurados los miembros escogidos son pocos lo que va en detrimento de la representatividad. En el caso de las cajas el sorteo se realizaba de forma opaca y el acceso al censo estaba en muchos casos restringido o dificultado.
http://adicae.net/cajas-ahorro/gobierno.html
[3] CRÍTICA PRAGMÁTICA
La democracia directa presenta problemas prácticos insalvables en las sociedades actuales.
Solo funcionaría a pequeña escala pero no serviría para gobernar todo un país.
Es precisamente al contrario!! Las elecciones son buenas a pequeña escala a gran escala el sorteo es más eficiente, para representar grupos diversos el sorteo es mejor. Lo contrario sólo puede apoyarlo un analfabeto en estadística.
Es necesario contar con una masa ociosa de ciudadanos para que la democracia directa sea posible
En primer lugar, las máquinas ya nos ahorran el tiempo que entonces les ahorraban los esclavos y las mujeres a los varones atenienses. Encima, el sorteísmo responde justamente a esa necesidad inevitable de delegar algunas responsabilidades designando a gente para que se dedique a ellas a tiempo completo por el resto. Para que hubiese igualdad política, bastaría con que los cargos fuesen remunerados y que cualquier posible perjuicio, laboral o económico, fuese debidamente compensado. Eso los haría accesibles a gente de cualquier estrato social y de casi cualquier gremio.
Se podría trucar el procedimiento y no habría forma de verificar el fraude
Contrariamente, el sorteo es más fácil y sencillo de verificar que la elección. La elección requiere un correcto conteo de los votos y de que en las mesas electorales se evite el voto duplicado o el voto tutelado, por ejemplo el de personas con deficiencias mentales derivadas de su edad.
Respecto a la participación por internet es cierto que la verificabilidad es más difícil, por lo que una buena auditoría del proceso sería imprescindible. El sorteo ya se usa para auditar las mesas electorales, precisamente con ese ánimo de acercar al ciudadano a la política y de asegurar su verificación y el cumplimiento de las garantías democráticas. Si queremos que la democracia del futuro use sistemas telemáticos, en la medida de lo posible, tendremos que garantizar la auditoría ciudadana de dichos sistemas por personas sorteadas y rotadas periódicamente.
Se tomarían decisiones contradictorias. Nunca se subirían impuestos y se gastaría mucho.
asd (Presupuestos participativos de Porto Alegre, otro caso similar en Suiza, protestas en Dinamarca ante bajadas de impuestos…)
Las mayorías variarían con frecuencia lo que haría que se tomaran las decisiones erráticamente.
[4] CRÍTICA DEMOCRÁTICA
El sorteo es menos representativo de la sociedad que la elección, por ello, menos legítimo.
Un grupo de ciudadanos sorteados podría salir sesgado ideológicamente.
Podría salir una cámara aberrante que hiciese burradas, sin control alguno
Improbable, Revocación, mandato imperativo, se debían a la Asamblea que la formaba todo el pueblo.
En una democracia directa participaría poca gente por lo que las decisiones serían poco legítimas
Participación menor en términos relativos pero mayor en términos absolutos. Inteligencia colectiva. A más votaciones más se diluye el voto. No se trata de que todos voten y se pronuncien sobre todo sino de que quien crea que tiene algo que decir sobre algo pueda decirlo. Isegoría, derecho a la palabra por igual para todos.
La participación en el sorteo no procede del voto sino de la potencialidad de salir escogido en igualdad de condiciones al resto de miembros del censo.
Las decisiones de un grupo sorteado no implica que estén exentas de control popular. En Grecia la Asamblea, en la actualidad una red social democrática.
Los sistemas de gobierno representativo toman las decisiones a puerta cerrada y en muchos casos el número de individuos que ha tomado parte en la decisión ni siquiera alcanza las diez personas, es eso legítimo o representativo de la sociedad?
Sería una tiranía de mayoría
Falso, ahora hay tiranía de la minoría, pero es que al pasar por encima del sistema de partidos las medidas que se adoptasen podrían ser consensuadas. Un partido mientras tenga votos puede gobernar a pesar de lo que quieran el resto que no lo han votado, sean estos una mayoría o una minoría eso es irrelevante. En cambio un conjunto de ciudadanos informados que tienen que relacion arse entre sí entenderían perfectamente los problemas de sus iguales y empatizarían más fácilmente con ellos. LA voz de la minoría sería escuchada y probablemente tenida en cuenta con mucha mayor frecuencia.
En una democracia pura la tiranía de la minoría es sencillamente imposible pero la tiranía de la mayoría queda mucho más suavizada por el hecho de que la minorías siempre tendrán voz en igualdad de condiciones a las mayorías. Por el contrario los gobiernos representativos devienen con mucha mayor frecuencia en tiranías, la mayoría tiranías de minorías y solo en algunos casos como en venezuela se da la situación inversa.
Se dejarían llevar por la demagogia y el populismo.
asd
Los sobornarían y presionarían fácilmente también
Aunque el soborno y la presión de los lobbys no desaparecerían sí sería más dificultosa. Una cámara ciudadana puede juzgar y valorar siempre la labor de sus predecesores, la rendición de cuentas haría que uno se piense dos veces las cosas antes de venderse a intereses personales y privados en detrimento del interés general. —- la rotación frecuente garantiza.
Los medios manipularían fácilmente a la gente influyendo sobre casi todas sus decisiones.
No es lo mismo influir a ciudadanos ordinarios que están ocupados en otros quehaceres que a ciudadanos dedicados exclusivamente y a tiempo completo a la política, una de cuyas funciones es justamente la de informarse bien. Además, los medios públicos pasarían a estar en poder del pueblo lo que permitiría que su dirección de informativos fuese neutral y dirigida por periodistas sin partidismo alguno. La gente, no tardaría en aprobar leyes de transparencia hacia el gobierno y hacia los propios medios de información privados. Por no hablar de que el acceso a la información, estando dentro de las instituciones mismas, sería mucho más fácil que estando fuera de ellas, como ocurre ahora.
Por otra parte, la manipulación informativa es tanto más efectiva en los sistemas de gobierno representativo por cuanto basta con volcar todos los recursos en el único momento que realmente cuenta, que son las elecciones. Campañas electorales y medios de comunicación son pagados por los mismos capitales que defienden sus intereses por encima de los de la gente. Es por eso, que los elegidos están más en deuda con sus financiadores que con sus votantes a los que ven como una mera herramienta para alcanzar el poder.
* * *
En el origen de porqué no logramos una democracia auténtica está el hecho de que desconfiamos de la capacidad de los demás para llevar a cabo las tareas de gobierno. Esperamos entonces que sean mentes preclaras y sabias quienes resuelvan los problemas por nosotros y es en base a ese temor donde sembramos el germen de la oligarquía. Cuando el pueblo alcance la liberación de esos miedos, interesadamente infundidos, será cuando esté en la capacidad de alcanzar la democracia real. Si creamos buenas instituciones dará igual lo buenas o malas que sean las personas que se encarguen de ellas porque serán esas instituciones las que harán que tenga que comportarse de forma virtuosa y que tenga que obrar en favor del bien común, quiera o no.
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